JESUS SUFRE
HIJOS LAICOS:
Vosotros no sois dignos de ejercer el Ministerio
Eucarístico. Me duele ver a tantos de mis hijos laicos profanar mis utensilios
sagrados, especialmente el cáliz donde me encuentro espiritualmente; me duele y
entristece ver como vosotros me tomáis
en vuestras manos que no son dignas para tocarme. Muchos vivís en pecado y
lleváis meses sin confesión ni reparación porque según muchos de vosotros, ya
estáis purificados. La inmensa mayoría de vosotros, camináis con la soberbia,
la cual se refleja en vuestros rostros. ¡Oh como me ultrajáis a diario,
ministros de la Eucaristía! Repito, vosotros no sois dignos de tocarme,
vuestras manos no están consagradas por el Ministerio Sacerdotal, no os hagáis
reos de culpa, no aumentéis vuestras ataduras más. De la forma como me tratéis,
así también seréis tratados cuando os presentéis ante mí.
HIJOS PREDILECTOS:
¡Parad ya este ultraje a mi Divinidad! No permitáis
más que mis hijos laicos me sigan ultrajando. Sois vosotros y no ellos los que
debéis ejercer el Ministerio de la Eucaristía. A vosotros os elegí y consagré
para que ejerzáis el Ministerio Sacerdotal y seáis los pastores de mi rebaño.
¿Porqué no cumplís con vuestro deber? Si no remediáis y reparáis por este
ultraje a mi Divinidad, os aseguro que cuando os presentéis ante mí os diré:
¡No os conozco! Al que mucho se le da mucho se le exigirá; os llamo amigos,
entonces, no me defraudéis con vuestra actitud. Cuando lleguéis a la Eternidad,
lo que os está esperando es mi Tribunal
Supremo, el cual juzgará vuestro Ministerio Sacerdotal conforme a mi
doctrina y mi evangelio. Si la sentencia es condenatoria, Yo Jesús Sumo y Eterno Sacerdote, no os daré la cara sino la
espalda y sabéis de antemano, el lugar que os espera. Recapacitad Hijos
Predilectos, no permitáis que los laicos sigan profanando mi Divinidad, pues
sus ultrajes son azotes que desgarran mi Cuerpo y hacen brotar mi Sangre. ¡Hijos
Predilectos, no más laicos repartiendo mi Cuerpo y mi Sangre, os lo pido de
Corazón!
Me siento muy triste cuando llega el momento de
darme como alimento a mi rebaño y soy manipulado y tocado por manos que no son
dignas de tocarme. Más dolor me produce
cuando mi Sacerdote se sienta y delega en mis hijos laicos el Sacramento de la
comunión. Se vienen cometiendo infinidad de profanaciones y ultrajes a mi
Divinidad; solo a vosotros os di la potestad y el carisma para guiar a mi
pueblo y alimentarlo, sois responsables ante mí por todos los ultrajes y
profanaciones que a diario recibo de
parte de mis hijos laicos. ¡Qué me responderéis mañana cuando os
presentéis ante mí? Soy ultrajado a diario en muchas de mis casas y muchos de
vosotros no hacéis nada por remediarlo. Vuestro silencio y displicencia os
juzgará mañana.