María, Madre de la Humanidad se dirige a sus hijos:
EL DOMINIO PROPIO
Hay que ser fieles en el estado al que Dios los haya
llamado
Si por ejemplo estáis llamados a una
vocación sacerdotal o religiosa, sed fieles a la vocación que Dios os llamó. Trabajad con
entereza ésta virtud que adorna a muy pocas almas en la tierra. Esforzaos por
recorrer caminos angostos, pedregosos, caminos adornados por muchísimas rosas,
pero también con muchísimas espinas que os tunan, os hieren…y es que para poder
entrar al Reino de los Cielos, debéis ser acrisolados como el oro y la plata.
La fidelidad es el camino que os lleva al Cielo;
sed fieles a todo lo que Dios os haya regalado y a todas las Gracias
extraordinarias que hayáis recibido del Señor Jesús. La fidelidad es ruptura
total y definitiva con el pecado que os conlleva a hablar siempre con la verdad.
Hay que ser fieles en el estado al que Dios los haya
llamado
Si estáis llamados bajo el Sacramento
del matrimonio, sed fieles a vuestras parejas:
No hagáis de vuestros lechos
matrimoniales nidos de demonios, porque el adulterio es la puerta que ha
llevado a muchísimas almas a la condenación
eterna. En el infierno, éste pecado es castigado con máxima crueldad,
porque el matrimonio es un Sacramento, una fuente de gracia para la
Santificación y la Salvación.
Id y purificad vuestro corazón en los ríos de la gracia
Haced reparación, mortificación y
penitencia por las veces que hicisteis de vuestro cuerpo motel de placer,
engendro de satanás, por las veces que
hicisteis de vuestro cuerpo
mercadería barata, recinto de
prostitución.
Sois templos vivos de Dios, sois
morada del ESPÍRITU SANTO, fuisteis
creados a imagen y semejanza de Dios, sois hechura de sus venerables manos. Así
pues hijos Míos, que debéis hacer de vuestro cuerpo, Tabernáculo del Amor
Divino, Copón de pureza, porque nacisteis para el gozo espiritual, para el
disfrute de la verdadera vida en Dios…
No mancilléis vuestros cuerpos, los
pecados de la carne ofenden gravemente a Dios, os deforman, os vuelve
monstruos, os acarrean sufrimientos indecibles en la Eternidad. Los pecados de
la carne borran el matiz que un día recibisteis cuando fuisteis engendrados en
el vientre de vuestras madres, Los pecados de la carne os van consumiendo lentamente
hasta que quedéis forrados en el mero hueso.
Recordad a Mi Juan Pablo Segundo: “El ser humano es un ser corporal,
afirmación sencilla pero cargada de consecuencias. Por material que sea, el
cuerpo humano no es un objeto como otro cualquiera, es ante todo alguien en el
sentido de que es una manifestación de la persona, de comunicación, de
expresión, extremadamente variada. El cuerpo humano es una palabra, un
lenguaje. Por ello, debéis tener un gran respeto de vuestros cuerpos y del
cuerpo de los demás…que vuestros cuerpos estén al servicio de vuestro Yo
Profundo, que vuestros gestos, vuestras miradas, sean siempre el reflejo de
vuestras almas. No para convertirlo en un objeto de adoración ni de desprecio,
sino en un objeto al cual debéis dominar…”
El dominio propio os evita caídas, os
evita pecados, os evita numerosísimas tentaciones, os da sabiduría para manejar
diversas situaciones que se os van presentando en cualquier momento o en
cualquier lugar. Las almas que carecen de dominio propio son almas imprudentes
y torpes en su manera de actuar, de pensar y en su manera de vivir la vida.
Los infieles no heredarán el Reino de
los Cielos, excavan en vida el abismo infernal, tiñen de rojo sus vidas, es
decir, están marcados con el sello de satanás para ser presas seguras el día
que exhalen sus últimos suspiros acá en la tierra. La infidelidad es un pecado
grave, rechazad a toda costa éste horrendo pecado que acarrea sufrimientos
indecibles en la Eternidad.
No cambiéis las leyes de Dios, vivid de acuerdo a sus preceptos, legalizad
las uniones irregulares bajo el Sacramento del matrimonio y reparad porque los
pecados de los hombres han rebozado la copa, el castigo pronto se dejará ver y
sentir, muchas almas perecerán.