TIEMPOS DE CONFUSIÓN
Las Guerras, desastres y tribulaciones, acompañadas de la plaga del SIDA como primera del apocalipsis, es una de las señales que caracteriza el final de los tiempos.
Han venido otras plagas y llegaran más que causaran la muerte, puesto que difícilmente se les hallará la cura.
Esto se debe a la severidad que para reprender pone Dios en práctica cuando le damos la espalda y nos apartamos de sus caminos con nuestras iniquidades, además de la superficialidad y la apatía que observamos hacia los temas apocalípticos cuando de corregir y/o reparar comportamientos tratamos.
Dios respeta nuestro libre albedrio para valorar
nuestras acciones. Sin embargo, no fue Dios el causante de la plaga del
coronavirus que sacude a la humanidad. Fue la mano del hombre quien la produjo
en laboratorios de este mundo. ¿Por qué lo culpamos de algo que no hizo?
Vivimos tiempos de confusión donde a lo bueno se le
llama malo y viceversa. Esforcémonos por salvar nuestras almas siguiendo el
camino adecuado.
Presentémosle al Dios de la vida, Uno y Trino,
nuestros ofrecimientos y peticiones, después de un profundo examen de
conciencia y a imitación de la Virgen María, nuestra Madre y Señora, oremos
como ella nos enseña: “Fiat, hágase tu voluntad y no la mía. He aquí la esclava
del Señor, hágase en mí según su palabra”. Recordemos con humildad que si bien
fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, somos seres de barro, necesitados
de la misericordia del Dios Creador, salvador y consolador Uno y Trino. Lo que nos queda por tanto por hacer es orar y reparar…
¡Empecemos ya!
Así las cosas, unámonos en oración espiritualmente
al Corazón Inmaculado de María y a los ejércitos celestiales para repeler toda
maldad de los demonios. Hagamos extensiva esta oración a nuestras familias,
hermanos, parientes y en general al mundo entero.
JESÚS, MARÍA Y JOSÉ
SÁLVANOS DE TODO MAL
AMÉN.