El cielo dice:
La
humanidad de estos últimos tiempos establece fórmulas de seguridad en todos los
acontecimientos de su vida: busca tener todo calculado, medido, exacto; las
seguridades de sus cargos, de sus familias, de su futuro y normalmente, realiza
todo este enfoque sobre la base del poder y la fortaleza.
Dice
creer en Dios… “siempre y cuando esté bien asegurada en sus instalaciones, en
sus seguridades de salud, destino y dinero.”
Sin
embargo, por los pecados de la carne, por el mundo y sus afanes, por el mal uso
de la tecnología, por el incremento de los abortos, por la pérdida de la fe y el
ultraje y desprecio que sufre nuestro Señor Jesucristo por parte de aquéllos
que dicen ser sus familiares, muchos hogares se apartan de Dios.
La
perversidad, la soberbia, la maldad, el pecado, hacen de esta generación la
peor de todas de las que han existido. Ladrones, prostitutas, homosexuales,
adúlteros, lujuriosos, fornicarios, impuros, drogadictos, alcohólicos,
estafadores, mentirosos, envidiosos, idólatras, soberbios, asesinos, avaros,
hechiceros y demás pecadores, vagan por el mundo sin Dios y sin ley. Cada día
que pasa aumenta más el pecado y la maldad. Hasta los mismos demonios se
admiran de la maldad de esta generación
Dios Uno y Trino dice:
“No
he querido nunca hacer sufrir a mis hijos. Si hubiese bastado una de mis
criaturas para expiar los pescados de los otros hombres por medio de una vida y
una muerte semejante a la de mi hijo, hubiera titubeado, porque habría
traicionado mi Amor haciendo sufrir a una criatura que amo, en vez de sufrir yo
mismo en mi Hijo. No he querido nunca hacer sufrir a mis hijos. ¡Fue el amor el
que condujo todo esto!”
¡DIOS
ES AMOR!
“Viví
entre los hombres en el antiguo testamento, creé y escogí a los profetas a quienes
comuniqué mis deseos, mis penas y mis alegrías, para que las transmitieran a
todos.”
“Durante
el diluvio, estuve cerca de Noé, el único justo de ese entonces.”
“Le prometí al mundo al Mesías
que soy yo mismo en la segunda persona de mi Divinidad”
“Porque tenía el deseo
ardiente de venir a vivir como un Padre, un Hermano un amigo de confianza con
los hombres, mis criaturas, le ordené a Moisés que construyera el tabernáculo y
el arca de la alianza y le di mandamientos para que teniéndolos y cumpliéndolos,
se recordarán del Padre infinitamente bueno, todo absorto en la salvación de
ellos, salvación presente y eterna.”
“Todo cayó en el olvido,
hicieron sus propias leyes de acuerdo con sus vicios y se hundieron en el error
y el temor. Ni los patriarcas ni los profetas lograron que los hombres me
conocieran y me amaran.”
“Para encontrarme con los
hombres, fui yo mismo, en la segunda persona de mi Divinidad, mi Hijo Predilecto.
Resultado: no me reconocieron, ignoraron mi presencia, me maltrataron, me calumniaron
y me crucificaron hasta hacerme morir.”
“Después, para que se pudieran
levantar después de las caídas y purificarse de los pecados, les doné, por
medio de mi Hijo, los siete sacramentos y el crucifijo, que es la sangre de mi
hijo que se derrama por todos, si lo desean, en el sacramento de la penitencia
y en el Santo sacrificio de la misa.”
¡Desde hace 20 siglos que os
colmo de estos bienes con gracias especiales y el resultado es mísero!