LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

 LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO


PARA QUE COMPRENDAN EL GRAN MISTERIO

COMPARTO CON USTEDES ESTA REVELACIÓN…

 

Soy María, Madre de la Humanidad.

 

Hijos amados: Fui llevada en un profundo éxtasis hasta mirar el Rostro de Dios y colmada de Ciencia, Prudencia, Esperanza, Amor y Comprensión Divinas… Llena de mayores portentos que rebosaban Mi Corazón y Mi mente, Mi pensamiento y Mi razón, Mi alma y Mi espíritu, fui llevada por sobre todo lo creado para acoger Sagrados Misterios que no se Me habían revelado antes… Mi rostro irradiaba la Luz Divina que el Padre Eterno reflejaba en Mí y consciente de cuanto sucedía, en pleno uso de Mis sentidos, Me vi transformada ante tan insondable presencia… Postrada ante tan Altísima Majestad, Recibí la Bendición del Padre Eterno que Me tomó las Manos y Me dio toda la instrucción para la crianza de quien llegaría a ser el Salvador de la humanidad.

 

MILAGRO DE AMOR:

 

En instantes, entusiasmada por el Espíritu Divino, sentí en Mi Vientre al Niño moviéndose con fuerza, ya preparado para nacer y Miré cómo se fue liberando de ese claustro al Dios hecho hombre sin que Yo percibiera, dolor alguno: El Amor de Mis entrañas se unificó con el Espíritu Divino con absoluta disposición y, siendo como cristal a la luz, nació el Unigénito del Padre Eterno por obra y Gracia del Espíritu Santo conservando Yo Mi estado virginal… ¡Todo fue un Milagro de Amor!

 

Miré a San Miguel y a San Rafael que adoraban a Mi Niño transfigurado, más hermoso y refulgente que el sol, con su piel totalmente limpia e irradiando tal pureza, que la luz que salía del lugar, provenía de su Divino Cuerpo… Y Me fue entregado por manos de San Miguel y San Gabriel sucediendo en ése mismo instante un coloquio Divino entre los dos: Mi Hijo y Yo nos fusionamos, Él, como Amor Verdadero y Yo, como su Madre, entramos en un íntimo coloquio con toda Mi ternura maternal, Mi Amado para Mí y Yo para Mi Amado, Mirando sus Ojos Benditos y amándole en la Divina Voluntad desde el Pesebre hasta la Cruz.

Saliendo de ese estado, Llamé a José y él, mirando al Niño, derramaba lágrimas que corrían por sus mejillas… ¡Al que tanto esperaba, allí estaba!... Se lo entregué en sus brazos y, en total reverencia, lo amó con Amor Eterno… Y llegaron los humildes a adorar a Mi Hijo porque de los humildes es el Reino de los Cielos.

 

EL NIÑO DEL PESEBRE SE ENTREGA AL PADRE POR AMOR AL HOMBRE, SE ENTREGA EN LA CRUZ DEL CALVARIO POR CADA UN O DE USTEDES, LO AMEN O NO… Él SÍ LES AMA Y SE ENTREGÓ POR TODOS.

 

El que Mi Hijo naciera en tan humildes condiciones no fue una casualidad sino la disposición del Padre Eterno para que, desde el primer instante, la humanidad comprendiera que, para adentrarse en la vida espiritual y acoger las enseñanzas de Mi Hijo, deben desatar todo aquello que les mantiene sometidos a falsas creencias personales, a la necedad y al ego humano que permanece fuerte en el hombre y a mirarse humildemente a sí mismos para reconocer lo que son y como son, todo con el fin de tomar y/o dejar lo que se debe, para poder unificarse con Mi Hijo.

 

Mi Hijo desea permanecer en ustedes para que sean repetidores de Su Amor, de Su actuar y de Su Verdad… ¡No olviden que Él nació en un establo en donde no había lujos, nació al calor de la paja en donde lo colocamos!... José y Yo tomamos a Nuestro Hijo y, en medio de los coros celestiales, lo situamos en el Pesebre… Y la claridad no faltó dentro del establo pues descendieron Rayos de Luz intensos desde el Corazón del Padre Eterno que, en unión a los coros celestiales, acercaron a los humildes que pastoreaban a sus rebaños. Así, a ustedes se les ha confiado esa Luz para que mantengan la tierra iluminada a través de los buenos actos y obras en la Voluntad Divina... Son pocos, sí, pero logran que Dios Padre Mire hacia la tierra y que así, ésta no se encuentre en total oscuridad… ¡Cuántos de Mis hijos no ven la Luz que se encuentra frente a ellos por falta de humildad!

 

VANAS APARIENCIAS, PURA VANIDAD.

 

El establo donde nació Mi Hijo les indica que no deben vivir de vanas apariencias ni del status, ni de desear una relevancia económica ni de honores humanos… Eso no es más que pura vanidad ya que en medio de la presunción y del egoísmo no se llega a éste humilde pesebre pues para llegar, deben dejar en el camino todo lo que les impide reconocer el mayor tesoro que se guarda en él, su mayor grandeza cual es el Amor Divino… El Amor Divino recibe el calor de la paja y cada trozo de ésta, viene a representarlos a cada uno de ustedes, a quienes continúan en medio de las fatigas, de las tentaciones, de las calumnias, de las tormentas, a los que caminan tras las huellas de Mi Hijo, a los apóstoles de los últimos tiempos… El Pesebre representa el claustro interior en el cual el hombre se hace pequeño para que Mi Hijo muestre Su Poder, Su Gloria, Su Majestad y Su Omnipotencia… El Pesebre es donde el ser humano reconoce su pequeñez y la necesidad de ser Uno con Mi Hijo y con el hermano.

 

EN MI HIJO LES MIRO Y COMO MADRE DE LA HUMANIDAD, MI CORAZÓN SE DESBORDA DE GOZO POR USTEDES…

¡UNIDOS, DEMOS GRACIAS A DIOS POR LA CONMEMORACIÓN DEL NACIMIENTO DE MI HIJO!

 

Mi Hijo les suplica unidad, reconciliación, comprensión y Les dice: ¿Quién es Mi Madre y quienes son Mis hermanos?... ¡No se acerquen únicamente a aquellos con los cuales se sienten a gusto ni finjan un acercamiento solo para esta fecha, ni amen solamente a los que desean a su lado!... Mi Hijo vino a unir y ésta fecha es para eso y para que exista una verdadera reconciliación fraterna que perdure el resto de la vida. Como Madre de la humanidad Les llamo a la unidad en este instante en que se han desbordado hacia lo indebido ofendiendo gravemente a Mi Hijo, usurpando los Mandamientos y los Sacramentos para no padecer remordimientos… Y es que, de unidad, de reconciliación y de comprensión carecen los hogares en este momento en que cada miembro de la familia elige lo que más le conviene a sus intereses personales y no a los intereses de los que se encuentran a su alrededor.

 

La creación vomita los errores de esta generación siendo el mayor de ellos la falta de amor a Dios, la falta de amor en el hombre… ¡De ahí nacen todos los errores y por ello se han extraviado ante la constante desinformación con la que les confunden… La tierra se estremece ante la desobediencia humana y en ese estremecerse, el ser humano padece y padecerá más calamidades… Al desobedecer el hombre la Voluntad de Dios, se castiga a sí mismo y Dios permite ese castigo ante la negativa humana.